Las cenizas arrojadas por los volcanes a menudo contienen pequeñas partículas de vidrio, rocas pulverizadas y silicatos. El resultado es una nube de material que se parece a la lija. Las nubes de cenizas volcánicas se pueden transformar en un problema para la aviación, no tanto por la afectación a la visibilidad, sino por el efecto abrasivo de las cenizas, que pueden tanto llenar superficies importantes como colarse en los motores de las aeronaves.
Las rocas pulverizadas que colisionan a gran velocidad con un reactor pueden hacer dañar superficies dentro del mismo. Así mismo, dado el intenso calor del motor, las partículas pueden fusionarse cuando penetran en el motor y hacer que éste deje de funcionar. También se pueden presentar casos donde los aparatos de aeronáutica y los electrónicos también pueden llegar a resultar dañados. Las autoridades de aviación dicen que las nubes de cenizas a menudo van acompañadas de nubes de gas como ácido sulfúrico y clorhídrico.
¿Qué ocurre cuando se detecta ceniza volcánica?
Habitualmente se declara una zona de peligro de 120 millas náuticas en torno al lugar de origen y los vuelos se prohíben en las zonas contaminadas ya que los vientos desplazan las cenizas por las rutas aéreas. La escala de la respuesta dependerá de la dirección y alto que el viento pueda desplazar las nubes de ceniza volcánica.
Se disponen de casos histórico donde se puede ver lo que ocurre cuando un avión vuela entre las ceniza volcánicas, en este caso el 24 de junio de 1982, el capitán de un jumbo de British Airways en ruta de Kuala Lumpur a Perth, Australia, comunicó a los 247 pasajeros que iban a bordo, a 37.000 pies de altura, que los cuatro motores habían fallado.
En un incidente que ha pasado a la historia de la aviación, el capitán Eric Moody, bajó planeando más de 20.000 pies y logro recuperar uno de los motores a 13.000 pies, y luego otros, según la Fundación de Seguridad Aérea (aviation-safety.net).
Fue después cuando los investigadores hallaron que la combinación de un fallo en el motor, una emisión luminosa extraña en torno al avión y un humo ocre dentro de la cabina había sido causada por atravesar ceniza volcánica de la erupción del monte Galunggung. El avión aterrizó sin problemas con tres motores, pero el incidente llevó a la adopción de nuevos procedimientos de vuelo.
Otro caso ocurrió el 15 de diciembre de 1989, cuatro motores fallaron de nuevo cuando un jumbo de KLM entró en una nube que resultó ser de cenizas volcánicas cuando iban de Ámsterdam a Anchorage, Alaska. Los motores volvieron a funcionar y el avión aterrizó sin ninguna dificultad. Ese incidente fue atribuido a la falta de información suficiente proporcionada a la tripulación, dijo la Fundación para la Seguridad Aérea.
Alerta de los Servicios de Transito Aéreo
En parte como resultado de estos incidentes, la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), mantiene planes de contingencia detallados que se deben activar en los casos de presentarse condiciones de nubes volcánicas que pudiesen llegar a afectar la seguridad de los vuelos en ciertas rutas identificadas bajo alertas.
La OACI, como ente rector de la aviación civil en el mundo, califica la presencia de ceniza volcánica en la atmósfera como uno de los eventos que comprometen más riesgos para las aeronaves, tanto en vuelo como en tierra; menciona que "es evidente que las cenizas volcánicas en la atmósfera pueden representar un peligro grave para las aeronaves en vuelo.
En aviación, una nube de cenizas volcánicas se define como "La totalidad del material expulsado de un volcán a la atmósfera y transportado por vientos en altura. Consta de cenizas volcánicas, gases y sustancias químicas" (Doc 9691 de la OACI).
Monitoreo de actividad volcánica en Aviación
A través del Sistema de Vigilancia de los Volcanes en las Aerovías Intencionales (LAVW) por sus siglas en inglés) se han distribuido responsabilidades regionales para la vigilancia permanente y el seguimiento de eventos volcánicos con potencial implicancia en la navegación aérea. Desde los años 80 y por medio de una estrategia de colaboración guiado por la OACI, la LAVW se convirtió en un sistema de monitoreo y notificación a nivel global, compuesto por observatorios vulcanológicos, u oficinas meteorológicas y de vigilancia, centros de avisos de ceniza volcánica (VAAC por sus siglas en inglés), las unidades de servicio de tránsito aéreo y las compañías aéreas.
Se tiene así, un sistema articulado para el monitoreo permanente y reporte, que se nutre de información de los centros nacionales responsables de estos eventos y de las notificaciones de aeronaves que en sus rutas observan actividad volcánica o nube de ceniza. La información fluye en todas las direcciones, facilitada por la firma de Cartas Acuerdos entre instituciones y procedimientos de navegación aérea.
Eventos con impacto en la navegación aérea
A nivel mundial, se cuentan varios eventos donde la actividad volcánica ha afectado la navegación aérea; ninguno de impactos tan extremos y significativos como el evento del volcán Eyjafjalla (Eyjafjallajókull), Islandia en 2010, que cerró el espacio aéreo de más de 20 países europeos por casi 6 días, provocó la cancelación de cerca de 100,000 vuelos, afectó directamente a más de 8 millones de pasajeros y causó pérdidas económicas por más de 2,000 millones de dólares a la industria aeronáutica y más de 6,000 millones de dólares de manera indirecta en otras actividades económicas.
El evento del volcán Eyjafjalla fue el evento más perturbador en la historia de la aviación civil por causa natural, además del mayor cierre del espacio aéreo desde la Segunda Guerra Mundial. Ha sido catalogado como catastrófico para la industria aeronáutica y es la base para la evaluación y establecimiento de planes de contingencia y emergencia en aspectos directos como durante el vuelo de aeronaves o en aeródromo, así como en aspectos económicos y de imagen institucional. Este evento también permitió definir la concentración de riesgo de ceniza para la aviación en 2mg/m3 para partículas de entre 10 y 30um, material particularmente peligroso por su capacidad para elevarse a gran altura, viajar largas distancias y fundirse a partir de 670°C, temperatura muy inferior a la de funcionamiento de motores de reacción de aeronaves modernas.
En Sudamérica, el evento del volcán Cordón Caulle, Chile en 2011, colapsó el tráfico aéreo en el cono sur y Oceanía, cientos de vuelos y miles de pasajeros quedaron varados en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil, Nueva Zelanda y Australia, en las 48 horas que duró el evento. Las pérdidas económicas se estimaron en más de 100 millones de dólares.
Otro evento significativo fue el provocado por el volcán Guagua Pichincha en Ecuador, que provocó el cierre del aeropuerto internacional de Quito, principal aeropuerto del vecino país, y la cancelación de toda operación aérea por 10 días en octubre de 1,999. Ninguna operación aérea fue posible en la ciudad de Quito hasta que la ceniza fue en su totalidad barrida y dispuesta. En eventos en superficie, debe tenerse presente la habilidad de la ceniza volcánica para absorber agua y, además de transformarse en un aerosol ácido corrosivo, puede alcanzar densidades de más de 1400kg/m3 y endurecerse conforme se seca, dificultando y elevando el costo de su remoción.
Commentaires